Durante la plenaria del jueves pasado, que se prolongó hasta la madrugada del viernes, el bloque de diputados de derecha –ARENA, PDC y PCN- aprobó un paquete de reformas electorales que mas que garantizar la cristalinidad de los procesos electorales le arrojaron bruma, y con ello, la consiguiente sospecha, porque, abren las puertas para que traigamos a cuenta los famosos fraudes.
Seguramente, más de algún sesudo analista dirá que, pese a lo inadecuado de las reformas, el proceso electoral difícilmente puede ser afectado por el fraude.
No obstante, la duda, las sospechas quedan, y sobre todo, la credibilidad se pierde.
Y se pierde, en los momentos en que El Salvador polariza sus posiciones, cuando se avecina un proceso electoral trascendental: elecciones presidenciales, diputadiles y municipales.
Trascendental, además, porque hay posibilidades de la alternabilidad en el ejecutivo, de aquí el paquete es más sospechoso que nunca.
Las reformas aprobadas por la derecha legislativa, que fueron calificadas como un retroceso por la oposición, y de muy “peligrosas”, se refieren a los artículos 215, 220 y 253(d).
En el Art. 215 modifican el proceso de las inscripciones en numerales 1 y 2 y niegan la posibilidad al ciudadano independiente, obligándole a ser afiliado a determinado partido político.
Tal reforma abarca, en el art. 220, la inscripción de planillas de Concejos Municipales.
En el Art. 253-D del Código Electoral, con la reforma se anula la firma del secretario de la Junta Receptora de Votos y la falta del sello en las papeletas del organismo, lo que era un “seguro” para evitar el fraude.
Las verdaderas reformas electorales, por supuesto, la derecha ni las mencionó.
Por ejemplo, una ley para fiscalizar los fondos que reciben los partidos políticos paras sus campañas electorales.
Por cierto, un experto, de origen guatemalteco, Alejando Urizar, dijo, en un evento de FUSADES que El Salvador, en tema de transparencia de gastos públicos está en deuda, en la región.
Este tema, por cierto, es tema de agenda en ARENA, sobre todo para atacar o desprestigiar al FMLN, por la procedencia de sus fondos.
No obstante, cuando se trata el tema de forma seria, evade tocarlo, por eso es que no se establece una ley que regule esos fondos.
Otra reforma tiene que ven con el acercamiento de la urnas al votante. Todavía hay decenas de miles de votantes que deben trasladarse a centros de votación alejados, para emitir su voto, lo que provoca el abstencionismo.
Y, por último, el tema del voto en el exterior.
Hasta un viceministerio para los salvadoreños en el exterior creó la administración Saca, lo que suponía la gran importancia que merecen los salvadoreños que envían más de tres mil millones de dólares en concepto de remesas al año.
Obviamente, si son estos los que sostienen la economía salvadoreña, deberían tener derecho al voto, no obstante, la derecha legislativa se niega a otorgarles ese derecho.
Esperemos que la zozobra que han causado el paquete de reformas electorales de la derecha, no culminen en una desconfianza total de los ya dudosos procesos electorales.
Seguramente, más de algún sesudo analista dirá que, pese a lo inadecuado de las reformas, el proceso electoral difícilmente puede ser afectado por el fraude.
No obstante, la duda, las sospechas quedan, y sobre todo, la credibilidad se pierde.
Y se pierde, en los momentos en que El Salvador polariza sus posiciones, cuando se avecina un proceso electoral trascendental: elecciones presidenciales, diputadiles y municipales.
Trascendental, además, porque hay posibilidades de la alternabilidad en el ejecutivo, de aquí el paquete es más sospechoso que nunca.
Las reformas aprobadas por la derecha legislativa, que fueron calificadas como un retroceso por la oposición, y de muy “peligrosas”, se refieren a los artículos 215, 220 y 253(d).
En el Art. 215 modifican el proceso de las inscripciones en numerales 1 y 2 y niegan la posibilidad al ciudadano independiente, obligándole a ser afiliado a determinado partido político.
Tal reforma abarca, en el art. 220, la inscripción de planillas de Concejos Municipales.
En el Art. 253-D del Código Electoral, con la reforma se anula la firma del secretario de la Junta Receptora de Votos y la falta del sello en las papeletas del organismo, lo que era un “seguro” para evitar el fraude.
Las verdaderas reformas electorales, por supuesto, la derecha ni las mencionó.
Por ejemplo, una ley para fiscalizar los fondos que reciben los partidos políticos paras sus campañas electorales.
Por cierto, un experto, de origen guatemalteco, Alejando Urizar, dijo, en un evento de FUSADES que El Salvador, en tema de transparencia de gastos públicos está en deuda, en la región.
Este tema, por cierto, es tema de agenda en ARENA, sobre todo para atacar o desprestigiar al FMLN, por la procedencia de sus fondos.
No obstante, cuando se trata el tema de forma seria, evade tocarlo, por eso es que no se establece una ley que regule esos fondos.
Otra reforma tiene que ven con el acercamiento de la urnas al votante. Todavía hay decenas de miles de votantes que deben trasladarse a centros de votación alejados, para emitir su voto, lo que provoca el abstencionismo.
Y, por último, el tema del voto en el exterior.
Hasta un viceministerio para los salvadoreños en el exterior creó la administración Saca, lo que suponía la gran importancia que merecen los salvadoreños que envían más de tres mil millones de dólares en concepto de remesas al año.
Obviamente, si son estos los que sostienen la economía salvadoreña, deberían tener derecho al voto, no obstante, la derecha legislativa se niega a otorgarles ese derecho.
Esperemos que la zozobra que han causado el paquete de reformas electorales de la derecha, no culminen en una desconfianza total de los ya dudosos procesos electorales.
http://www.diariocolatino.com/es/20071210/editorial/50070/
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